Caracas.- La crisis arropa día a día, todos los sectores de la vida de los venezolanos. No hay aspecto de la cotidianidad que no se vea afectado por el colapso que ha obligado a los ciudadanos a reinventarse en distintos ámbitos y uno de ellos ha sido el reacomodo o la adaptabilidad laboral a los tiempos de hiperinflación y pérdida brutal del poder adquisitivo, escasez y especulación, e improvisación e inseguridad.
La crisis económica ha generado todo tipo de distorsión en los procesos normales de vida y el deterioro y la anarquía han hecho estragos en todos los servicios, particularmente en el transporte público. La paralización de unidades por la escasez y alto costo de los repuestos, el aumento del pasaje y la falta de efectivo hace que el venezolano «de a pie» tenga que decidir no trasladarse a su destino y sencillamente dejar de realizar actividades cotidianas como cumplir con sus compromisos laborales.
La presidenta de la Comisión de Asuntos Laborales de Conindustria, Maryolga Girán, señaló que Venezuela atraviesa una situación laboral inédita. Los problemas vinculados al trabajo del último año, eran desconocidos en el pasado. “Las demandas laborales de hoy son de sobrevivencia, de dame para comer”, aseguró a Descifrado.com.
Explicó que los cambios que se dan en las empresas en cuanto a la forma de llevar la relación de trabajo, nos están llevando a modificar también nuestros hábitos en general. “Los hábitos domésticos, familiares y sociales se han visto trastocados con esta situación. El trabajo siempre ha marcado la rutina en el hogar”, dijo.
La condición es la misma en todo el país, sin embargo, en la capital las repetidas fallas evidenciadas en el sistema de transporte masivo subterráneo como es el Metro de Caracas, han empeorado la situación de la población caraqueña para llegar a sus lugares de trabajo, lo que en muchos casos los ha obligado a abandonarlos.
Linerby Sánchez, directora de Proyectos del Instituto de Altos Estudios Sindicales (Inaesin), ha advertido que la crisis del transporte fomenta el abandono laboral. Destacó que “no solo se trata de que la remuneración es ya insuficiente por una labor que se desempeña con bastantes limitaciones por un entorno adverso, sino que, si para llegar a su lugar de trabajo debe pasar más penurias, luego de sopesar costos y beneficios, se termina por abandonar el trabajo formal para dedicarse a actividades informales con menos esfuerzo y mejor compensación monetaria”.
La precarización del trabajo
Tal es el caso de Vanessa Villalobos, joven diseñadora que abandonó su trabajo formal en una agencia publicitaria, pues eran muchas las dificultades de transporte y falta de efectivo para estar en la oficina y los 12 millones de bolívares que devengaba no alcanzaban para cubrir sus gastos.
Hoy por hoy, hace trabajados particulares desde su casa que asegura los realiza en los horarios más convenientes “con mejor compensación y lo más importante, con un poco más de calidad de vida”
Cuenta que su hermana, Melissa es Licenciada en Administración y abandonó también su trabajo en una firma de contadores para dedicarse a la repostería. Hoy buena parte de la familia la acompaña en este emprendimiento que, sin duda, dice, le da mayores beneficios económicos.
Al ingresar al mercado informal, el ciudadano pierde los beneficios sociales y la protección del Estado, lo que parece ya no ser tan importante para algunos trabajadores, pues se trata de pólizas de seguro y otros beneficios ya desfasados con respecto a los costos en áreas básicas como alimentación y salud.
Girán asegura que toda esta situación ha abierto las puertas a “la precarización del trabajo” en Venezuela. Se acude a trabajos o formas de generar ingresos que no contribuyen con la cadena productiva, lo que puede resultar pan para hoy y hambre para mañana.
“La precarización del trabajo nos coloca en formas de generar ingresos que no constituyen parte de la cadena en el sistema productivo”, aseveró.
Sostiene que los emprendimientos prosperan en la medida que se insertan en la cadena de necesidades de producción y demanda.
Dijo la especialista en materia laboral que algunos sectores profesionales pueden trabajar remoto desde sus hogares, pero se trata de una población especifica con posibilidades de equipos y acceso a internet y destrezas para hacer el trabajo a distancia, pero las industrias tienen líneas de producción que requieren que el trabajo sea presencial.
En tal sentido, explicó que algunas empresas han hecho lo posible por mantener al personal. Las que pueden, contratan o mantienen transporte privado hacia puntos céntricos o han ideado como compromiso diario, un pool de carros como decisión empresarial, desde los presidentes de empresas hacia abajo, para llevar y traer al personal que va en su misma ruta.
El precio del deber
De acuerdo con representantes del sector transporte, entre 80% y 90% de las unidades de transporte a nivel nacional están paradas por falta de repuestos e insumos para su funcionamiento.
María Carolina Uzcátegui, presidente de Consecomercio, declaró que, por la imposibilidad de los trabajadores para acceder al dinero efectivo, el sector afronta el problema grave de que sus empleados no puedan pagar el pasaje y movilizarse hasta su puesto de trabajo.
“La mayoría de la gente está en serias dificultades para poder pagar el transporte, cuyos precios están verdaderamente elevados. Para una persona reunir 200.000 bolívares en efectivo en una semana es realmente cuesta arriba, lo que está causando ausentismo laboral y problemas en el desempeño y el trabajo”, dijo.
La crisis del efectivo afecta al ciudadano más vulnerable, aseguró, porque no tiene cómo trasladarse a su lugar de trabajo y se tiene que montar en las llamadas perreras, que le cobran hasta 30.000 bolívares por llevarlo, y que representan un serio peligro para su seguridad personal.
Camiones de mudanza, de carga animal y hasta las famosas jaulas de cuerpos policiales se ven en las distintas ciudades del país transportando a los venezolanos para llegar a sus sitios de destino, con todo el peligro que ello representa y que ha dejado varios fallecidos.
Los gastos diarios en transporte público urbano pueden representar para un trabajador según los últimos ajustes de pasajes, entre 30.000 y 50.000 bolívares diarios, para un total entre 600.000 y 1.000.000 de bolívares mensuales.
La situación va más allá del venezolano que debe hacer uso habitual del transporte público para trasladarse, también aquellos que, por la propia crisis a todos los niveles, han perdido o vendido su carro o lo tienen parado por falta de repuesto o dinero para repararlo, ven cuesta arriba el cumplimiento de sus labores por las razones expuestas.
Y aun cuando su condición económica pueda ser un poco más holgada y le permita ciertas comodidades, hoy esa posibilidad está igualmente negada. Trasladarse en taxi como solía ser normal para una parte de la población, es prácticamente imposible. Las tarifas mínimas no bajan de un millón de bolívares y a partir de ese monto varían dependiendo de las distancias. Un traslado de Caracas a La Victoria en el estado Aragua puede costar 50 millones de bolívares.
Un gerente con algunos años de labor dentro de una institución con un salario por el orden de los 40 millones de bolívares, más algunas bonificaciones y las correspondientes de ley, asegura que “subsidia a la empresa”, puesto que lo que devenga no corresponde con su nivel de gasto y lo que representa estar en sus oficinas. Además de lo básico como alimentación y servicios, señala los gastos de presentación, por ejemplo, el lavado y secado de ropa para estar presentable y el taxi cuando su vehículo está parado. Confesó que no está en condición ni disposición de subsidiarla más.
Vida social por contribución
La vida social también se va reduciendo a pequeños espacios a raíz de las dificultades de transporte y los elevados costos de la comida y bebida en restaurantes y sitios nocturnos. Las celebraciones se hacen en apartamentos, las casas y las propias piscinas, en muchos casos bajo la solicitud de colaboración en cuanto a pasapalos y bebidas para disfrutar la velada que puede terminar al siguiente día por las mismas razones de traslado e inseguridad.
Testimonios dan cuenta que personas o familias con alto perfil social, ahora invitan a amigos y allegados a sus casas alertando la colaboración “con algo para picar o bebida de su preferencia”. Otra cara un tanto más frívola, de la aguda crisis que viven los venezolanos.
La experta en materia laboral, Maryolga Girán asegura que históricamente, desde la esclavitud hasta la revolución industrial, «las sociedades únicamente cambian cuando se cambian las formas de prestar el trabajo. Y Venezuela aún bajo este gran nivel de deterioro, está cambiando», bastará saber si la llevará a la evolución o al fondo del precipicio.