Corría el mes de octubre del año 2019 y el gobierno de Lenín Moreno en Ecuador anunciaba ajustes en el precio de los combustibles, la gasolina pasaría de 0,49$ el litro a 0,63$. Esta medida desencadenó dos semanas de fuertes protestas, con manifestaciones generalizadas y bloqueo de vías por parte del gremio de transportistas. El gasolinazo ecuatoriano afectó tanto la estabilidad y gobernabilidad, que Lenin Moreno se vio obligado a revertir la medida, a pesar de haber dicho días antes que “no había vuelta atrás”.
Exactamente un año antes, el presidente francés Emmanuel Macron, enfrentó la más severa crisis política de su gobierno por el aumento en 16% en el precio del diesel. Las protestas convocaron cientos de personas que se organizaron bajo el nombre de los “chalecos amarillos” convirtiéndose en un movimiento político presente también en Bélgica, Holanda, España, Italia, Alemania.
La narrativa del socialismo del siglo XX cabalga sobre una situación similar: el Caracazo de 1989, donde un ajuste en el precio de la gasolina encendió la chispa de la revuelta popular con episodios muy tristes, como los acaecidos en las escaleras de la muerte en Petare, donde murieron cientos de manifestantes; éste hecho que quedó grabado para siempre en el recuerdo del pueblo petareño que represento.
El gasolinazo de Maduro ha vuelto a echar por tierra su propia narrativa, sumándole una nueva contradicción al discurso histórico que se borra con el rumbo pragmático que ha asumido la revolución. Se pasó del discurso del dólar criminal, al de “Gracias a Dios existe la dolarización”. Del subsidio de la gasolina en 1989 al gasolinazo más brutal de la historia. De los controles de precios a la indexación al dólar. Del control monopólico por parte del Estado de la industria petrolera, a la entrega del control operativo y accionario de los yacimientos a empresas sin experiencia ni licitación.
El subsidio de la gasolina
Pero vayamos al problema. La escasez del combustible que sufre el pueblo venezolano es consecuencia de dos décadas de desinversión, mala gerencia, despilfarro y subsidios exagerados.
La solución propuesta será coyuntural pues solo ataca una de las causas del problema: el subsidio, que es necesario atacar, pero que no es suficiente para resolver. Una vez que los vehículos hayan bebido toda la gasolina persa, volveremos a tener la misma escasez y precios superiores a los internacionales. La situación sigue siendo crítica y lejos de la verdadera solución que requiere el país, que en su integralidad requiere devolver a Venezuela al mundo civilizado, donde se pueda atraer inversiones, se tenga acceso a los mercados y capitales internacionales. El anhelado cambio político.
La reforma de subsidio de la gasolina, no obstante, era una necesidad apremiante que permitiría liberar recursos para la inversión en salud, educación e infraestructura. La magnitud del subsidio de la gasolina en Venezuela no tiene parangón. Solo en un año puede significar 16 MIL MILLONES DE DÓLARES (US$ 16.000.000.000) que benefician principalmente a los que tienen vehículos. Las implicaciones históricas de la misma, la magnitud de la reforma y las mejores prácticas internacionales exigían que este ajuste fuese integral, gradual, y acompañado de medidas compensatorias.
· integral porque debía estar acompañado de otras reformas en la economía que mejoras en el nivel de ingreso del ciudadano a través de la recuperación del salario y de la economía; y de reformas en la Industria Energética Nacional que permitiera la reactivación, entre otras cosas, del complejo refinador nacional.
· gradual para amortiguar el impacto sobre el ingreso familiar del sufrido pueblo venezolano que enfrenta una emergencia humanitaria compleja. Para ello se podría haber implementado un esquema de ajustes anuales hasta lograr en 4-5 años un subsidio igual o cercano a cero en un entorno macroeconómico de crecimiento y estabilidad.
· compensaciones a través de transferencias directas universales, donde nadie sea discriminado por sus preferencias políticas. La obligatoriedad en el uso del carnet de la patria supone una humillación para una inmensa mayoría de los venezolanos que ve pisada su dignidad.
Un ajuste de esta magnitud requiere un fondo de compensación en el orden de los 5,8 Mil millones de dólares (US$ 5.800.000.000) según estudios académicos especializados en el área, que amortigüe con subsidios directos el efecto de la medida sobre el ingreso del venezolano. De lo contrario, vamos a ver cómo se profundiza una economía dual en la que se abre una brecha entre los que tienen acceso a divisas y aquellos que subsisten en bolívares. Donde unos pocos pueden surtir gasolina con “bachaqueros” en el mercado negro, mientras la mayoría deberá lidiar con la matraca de funcionarios uniformados y “bachaqueros” que les someterán a infinitas colas por número de placa y exclusión política.
El socialismo bolivariano a medida que se reforma para sobrevivir, convierte a Venezuela en al país más desigual del mundo, donde la exclusión por razones políticas es la norma de discriminación, y donde el ciudadano recibe servicios públicos de pésima calidad, cuando los recibe. ¿Por qué no hay una reacción como la de 1989, o como la Ecuador en 2019? Porque el venezolano es un pueblo sometido por la represión, sin garantías para la protesta, en un Estado con largo historial en la violación de derechos humanos y donde la “escasez extrema” nos lleva a estar dispuestos a pagar altos precios por los bienes y servicios básicos. Nos toca a todos emprender una organización de base para hacer valer nuestros derechos ciudadanos y exigir con la protesta ciudadana un cambio político que nos lleve a condiciones de vida humanas.
Por Ángel Alvarado
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