El Grupo delictivo venezolano conocido como el Tren de Aragua está atrayendo una creciente preocupación en Estados Unidos, a pesar de su aparente insignificante presencia en el país y la improbabilidad de que logre establecerse.
Recientemente, legisladores federales estadounidenses instaron al presidente Joe Biden a declarar al Tren de Aragua como una organización delictiva transnacional, describiendo al grupo como un «ejército criminal invasor» que ha sembrado «brutalidad y caos» en el país.
En una carta fechada el 14 de marzo, casi dos docenas de legisladores del Partido Republicano expresaron su preocupación sobre la falta de preparación de las fuerzas de seguridad estatales y locales para enfrentar esta supuesta amenaza.
Esta solicitud surge luego de una serie de informes que sugieren la posible presencia de miembros del Tren de Aragua en Estados Unidos, algunos de ellos vinculados con delitos aislados.
Sin embargo, los pocos crímenes atribuidos a presuntos miembros del Tren de Aragua en Estados Unidos parecen carecer de conexión con el grupo en su totalidad o con su liderazgo en Venezuela.
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Por ejemplo, dos recientes asesinatos con débiles vínculos con el Tren de Aragua captaron la atención de los medios y fueron destacados en la carta de los legisladores republicanos. Sin embargo, ninguno de estos asesinatos mostró una conexión evidente con las actividades del grupo.
La información sobre la presencia del Tren de Aragua en Estados Unidos es limitada y vaga. Aunque se han mencionado algunos casos de detenciones y asuntos relacionados, no existe una base de datos consistente que documente su presencia o actividades en el país.
A pesar de la alarma generada por algunos sectores, es poco probable que el Tren de Aragua logre establecerse en Estados Unidos. La falta de control sobre rutas de tráfico de migrantes y trata de personas, así como la competencia con otras pandillas bien establecidas en el país, presentan barreras significativas para su expansión.
Exagerar la amenaza que representa el Tren de Aragua podría alimentar el temor innecesario y potencialmente impulsar la imitación de sus acciones por parte de otros grupos criminales. Es importante abordar la situación con cautela y evitar crear un pánico injustificado en torno a la presencia del grupo en Estados Unidos.
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