Las energías renovables ya suponen un 30% en la generación de electricidad en el mundo y su peso crece a ritmo de crucero, pero representan un porcentaje bastante marginal en la calefacción y en la producción de combustibles, que siguen siendo el grueso del consumo de energía.
Éste es el principal mensaje del informe que publica este martes el “lobby” de las energías renovables Ren21, que se inquieta por la “falta de atención” por esos segmentos energéticos, pero también por la insuficiente diversificación tecnológica, más allá de la solar y la eólica.
También le preocupan los cuellos de botella para el despliegue de redes eléctricas, que son imprescindibles para transportar la corriente generada en los nuevos parques renovables, y que cada vez se ven más frenados por largas y complejas tramitaciones administrativas, y por la creciente emergencia de grupos de oposición entre las poblaciones que deben atravesar.
Ren21 recuerda que la calefacción supone el 49% de la demanda energética y los combustibles, sean sólidos, líquidos o gaseosos, un 29 %, mientras que significa el 22% en la electricidad, que es donde las renovables están teniendo un desarrollo prometedor.
Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), en 2022 las renovables suponían un 29% de la electricidad producida en el mundo, y ese porcentaje subirá al 35% en 2025, en detrimento sobre todo del carbón y del gas.
Calefacción y combustibles, parientes pobres de las renovables
La asociación de las renovables (que reúne a empresas, expertos científicos y gubernamentales y ONG) destaca que en conjunto las energías verdes sólo cubren el 12,7% del total del sistema energético global y en la calefacción y en los combustibles no significan más que el 9,2% y el 3,6%, respectivamente.
La AIE anticipa una creciente electrificación del sector del transporte e incluso de la calefacción, con el tirón que ya se constata de las ventas de bombas de calor, de forma que ese porcentaje subirá a alrededor del 50% para 2050.
La directora general de Ren21, Rana Adib, pone el acento en el otro 50% de la demanda que a mediados de siglo seguirá sin estar electrificada y que supone un gran reto para que ganen espacio las renovables.
En declaraciones a EFE, Adib señala que hay vías de desarrollo posible conocidas, como la geotermia y la biomasa para la calefacción, así como los biocombustibles y, sobre todo, los combustibles sintéticos para la aviación, que podrán servir también para el transporte terrestre tomando como base el hidrógeno verde.
El problema es que en la actualidad sólo el 5% del hidrógeno utilizado por la industria o el transporte es de origen verde, lo que significa que el 95% restante se produce con combustibles fósiles y contribuye al calentamiento climático.
Por eso una de las prioridades para el “lobby” de las renovables es acabar con las subvenciones a esos combustibles fósiles.
Permisos muy largos y complejos
REN21 considera que los esfuerzos también deben acelerarse en la concesión de permisos para nuevos parques y en la construcción de redes.
Afirma que hay proyectos de renovables por una capacidad de un teravatio que están a la espera de ser construidos o conectados a la red debido a retrasos en autorizaciones o por falta de inversión en las redes.
Otro motivo de preocupación es la concentración de los proyectos de electricidad renovable en dos tecnologías, la solar y la eólica, que por sí solas suponen el 92% del total. La hidroeléctrica, la geotérmica, la bioenergía o la maremotriz y otras no pesan más que un 8%.
La concentración es igualmente geográfica. En 2022, un 55% de la inversión en renovables se produjo en China, un 11% en Europa y un 10 % en Estados Unidos. Regiones del mundo tan pobladas como África y Oriente Medio únicamente captaron un 1,6%.
EFE
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