“El dinero no me alcanza”, el lamento popular de la empobrecida Centroamérica

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“No me alcanza”. Esta es una afirmación que repiten a lo largo de la empobrecida Centroamérica las masas de trabajadores que devengan un salario básico insuficiente que empuja a muchos a la informalidad o a la emigración.

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Con cerca de 50 millones de habitantes, la precariedad salarial junto con la violencia son las grandes promotoras de la huida hacia Norteamérica de miles de centroamericanos, que con sus remesas se han convertido en pilares de unas economías encerradas en un círculo vicioso de informalidad y pobreza laboral.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) indicó en su más reciente informe sobre el panorama laboral latinoamericano que en la pospandemia el problema “más urgente” en este ámbito para la región “es el de la calidad del empleo y los insuficientes ingresos laborales y totales generados por los trabajadores y sus familias”.

A los bajos ingresos se suma ahora la crisis inflacionaria global, que está mermando un poder adquisitivo ya restringido en la gran mayoría de la región centroamericana.

En este contexto, la OIT ha alertado a América Latina y el Caribe sobre el “fenómeno del trabajador pobre”, es decir, “aquellas personas que aún teniendo un empleo, incluso formal, pueden encontrarse en situación de pobreza”.

Salario promedio de Centroamérica: entre 213 y 640 dólares mensuales

El nivel de salario mínimo en Centroamérica va desde 213 dólares en Nicaragua, un país con un ingreso per cápita de 2.102,8 dólares según datos de 2021 del Banco Central, hasta los 640 dólares de Costa Rica (12.333 dólares de ingreso per cápita en 2022) y Honduras (3.010 dólares per cápita en el 2021) .

En Guatemala, con un ingreso per cápita de 5.456 dólares según el Banco Central, los salarios mínimos mensuales según el sector pueden oscilar entre los 381 dólares y los 403 dólares.

En Honduras, el salario mínimo más bajo es de 331 dólares, y en el en El Salvador, con un ingreso per cápita de 4.551,2 dólares en el 2021 según el Banco Mundial (BM), es de 243, mientras que el más alto en este último país alcanza los 365 dólares.

En Panamá, con un ingreso per cápita de 14.617 dólares en el 2021, según datos del BM, hay decenas de salarios mínimos, dependiendo de la actividad y zona del país. Pero en una cifra redonda de este ingreso alcanza los 380 dólares, dijo a EFE el economista Felipe Argote.

En estos países el desempleo oscila entre el 2,6 % en Nicaragua hasta el 11,8 % en Costa Rica, pasando por el 8,7 % en Honduras y el 9,9 % en Panamá, mientras que la informalidad ronda el 50 %.

En Nicaragua, según economistas independientes como Adolfo Acevedo, más del 70 % de los trabajos corresponde al sector informal, en donde los salarios son bajos y sin acceso a la seguridad social.

«No me alcanza»

La señora Milagros, una jubilada panameña de 69 años que redondea lo que cobra de pensión trabajando en servicios de limpieza, afirma a EFE que al final de mes no le alcanza el dinero para cubrir todos los gastos de su casa, que comparte con una hija ahora desempleada.

La “jubilación está hipotecada” con el pago de un préstamo y la luz y la comida están cada vez “más caras”, explica esta viuda, madre, abuela y exfuncionaria, que cobra alrededor de 700 dólares mensuales entre la jubilación y su trabajo de limpieza en oficinas.

Pero el ingreso de Milagros, nombre ficticio de esta viuda oriunda de la provincia interior de Coclé, es poco menos del doble que el salario mínimo en Panamá.

“Los empleos paupérrimos no colaboran con la economía”, afirma Argote a EFE, y acusa al Estado panameño de implementar un “concepto muy antiguo de que para preservar los empleos” los trabajadores deben conformarse “con muy poco” salario, una situación que impulsa la informalidad “porque sale mejor vender cosas en la calle que estar en algunos trabajos formales que pagan menos”.

En Guatemala, el salario mínimo “está un 40 % por debajo del costo de la canasta básica”, explica a EFE el investigador de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (Asies), el economista Luis Linares.

“Los bajos salarios, la dificultad para encontrar un buen empleo y la falta de servicios públicos eficientes terminan impulsando la migración irregular hacia Estados Unidos porque los niveles de salarios no se pueden comparar”, agregó Linares.

Esa es una realidad que también se vive en El Salvador o en Honduras, donde según el director del hondureño Observatorio del Mercado Laboral, Cándido Ordóñez, una familia debe ganar al menos tres salarios mínimos para cubrir el coste de la canasta de alimentos, el pago de servicios básicos y el alquiler de vivienda.

En Costa Rica, el más reciente informe del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) señala que en 2022 el ingreso promedio por hogar fue de unos 1.878 dólares, un 3,2 % más que en 2021, pero no fue suficiente para compensar el 10,06 % de incremento de precios interanual (a julio de 2022).

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