A pesar que ya no existen grandes restricciones a cuenta de la pandemia por el covid-19, el gremio de los peluqueros continúa viéndose fuertemente afectado, pues a pesar que la situación ha mejorado un poco, continúa siendo crítica, debido a que ya no llega la misma cantidad de clientes de años atrás, reseñó La Prensa de Táchira.
En un recorrido realizado por peluquerías del centro de San Cristóbal, se pudo evidenciar una gran cantidad de estilistas y manicuristas a la espera de clientes que lleguen a contratar sus servicios. Pese a que antes los fines de semana eran de ingresos seguros, esta situación cambió y las ganancias ahora son mejores entre semana.
César Contreras labora en un establecimiento del Centro Cívico, explica que los ingresos no siempre son los mismos pues hay días buenos y días malos. Trabaja solo con damas y lo que mayormente llegan a hacerse son trabajos de color y cortarse las puntas del cabello. Un corte en ese establecimiento cuesta 10 mil pesos.
«Hay días en los que solamente haces un corte y otros que van desde seis a ocho cortes. El sueldo depende de lo que pida el cliente. De lo largo del cabello o de los materiales que se puedan utilizar si es trabajo con tintes. Para mí los mejores días son martes y jueves. Antes el fin de semana era más fluido, pero ya no es igual», explicó.
Con la llegada de la temporada de lluvias el trabajo para los especialistas en belleza merma un poco, pues en el caso de las mujeres, son muy pocas las que llegan a secarse o plancharse el cabello.
Otros trabajadores como Rubí Carvajal explican que se manejan solo con clientela, pues son muy pocas las personas que llegan nuevas a solicitar los servicios que ofrecen en las peluquerías. «Hoy en día trabajamos si tenemos clientes porque si la gente tiene para una cosa no tiene para la otra. Ahorita la peluquería es un lujo o por necesidad. A mí me ha ido bien porque tengo varios años y manejo clientela, pero siempre pienso en los compañeros que a veces no les llega nada».
Cada peluquería se mantiene gracias al alquiler de sillas o mesas que ocupan los trabajadores. En algunos casos deben pagar 40 mil pesos semanales, pero algunos de ellos muchas veces no lograr cubrir el monto.
Mercy Vargas es manicurista, sigue en esta arte pues el sustento que tiene para llevar ingresos a su familia. Al día atiende una o dos personas. La mayoría busca lo más económico que son manos y pies con pintura tradicional que tiene un costo de 10 y 12 mil pesos y semipermanente por un valor de 15 mil. Lo más caro son los trabajos con resina que superan los 30 mil pesos, pues el precio va a variar según el gusto de cada cliente. Sin embargo, es lo que menos llegan a pedir.
«Ahorita muy raro el que se hace resina por el costo. Antes de la pandemia todo el mundo trabajaba, ahorita el que tiene clientes es el que sobrevive», destacó.
Para Nelson Nieto el trabajo ha estado «flojo». Es barbero y al día hace dos cortes a 10 mil pesos cada uno, pero debe cancelar 7 mil diarios por el alquiler de la silla y 6 mil por concepto de pasajes, por lo que su ganancia es de tan solo 7 mil pesos.
«A mí me toca trabajar por fuera porque ahí ya un corte son 20 mil pesos. Me mantengo en esta peluquería para poder hacer más clientela», dijo. Tiene más de 20 años en el ramo de la peluquería. Comenta que antes en un día bueno podía llegar a hacer hasta 20 cortes de caballero.
Otras opciones
Algunos jóvenes que han comenzado en el mundo de la barbería han decidido buscar otras opciones para laborar y generar ingresos diarios, pues cancelar un alquiler de un establecimiento o una silla en una peluquería, no es rentable.
Este es el caso de Ángel Niño, quien dispuso de un espacio de su hogar para montar una barbería en la que trabaja con otro compañero. A él le ha ido bien y asegura que la pandemia no le generó daños pues al trabajar con clientes del sexo masculino, es común que una vez por semana o al menos cada 15 días lleguen a su puerta a solicitar un corte.
«Los días buenos podemos hacer hasta 20 cortes. Un día malo se hacen 8 o cuatro cortes. Los fines de semana son los mejores días para nosotros. Lunes, martes o miércoles son flojos. La mayoría de mis clientes viene cada 8 días«, explicó.
En su caso, los nuevos clientes llegan por recomendación, pues en su hogar tampoco tiene un letrero ostentoso donde se indique que se ofrecen servicios de peluquería.
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