De los estrictos confinamientos, los países de América Latina han pasado a las restricciones intermitentes, forzando el paso de una nueva normalidad económica. La región ha sufrido la muerte de un millón y medio de personas a causa de la covid-19. La pobreza aumentó, la inflación subió, el trabajo cambió y con él la perspectiva a futuro. En este contexto se está dando la recuperación económica, diferente en cada país pero con un común denominador: el impacto positivo de los estímulos fiscales implementados por los Gobiernos.
Septiembre trajo los datos del producto interno bruto (PIB) del segundo trimestre del año lo cual permite retratar la recuperación de las economías en comparación con sus niveles pre pandemia. Los resultados dejan en evidencia que quienes invirtieron en estímulos fiscales para ayudar a su población desempleada, llevan la delantera. Los que no, no solo van rezagados, sino que perdieron crecimiento potencial a futuro, coinciden en apuntar los analistas consultados.
“Estamos exactamente a un año de que empezó el proceso de recuperación”, dice Alfredo Coutino, analista especializado en la región de Moody’s Analytics. La mayoría de los países latinoamericanos iniciaron el ascenso económico en el tercer trimestre del año pasado y fue en julio cuando la mayoría de la región dio el banderazo de reapertura de las economías. “Y lo que vemos es que hay dos grupos de países: en el primero está Chile, Brasil y Perú que ya están en su nivel de PIB cerca de donde estaban antes de la pandemia. En el segundo grupo están los países más atrasados, entre ellos México y Colombia”. El PIB de Brasil, Chile, México y Argentina, combinado, representa el 66% del PIB total de la región.
Lo que tienen en común estos tres países ganadores, explica Eugenio Sánchez, economista y analista de datos, es que invirtieron una gran cantidad de recursos en estímulos fiscales. Estos se gastaron a través de una combinación de programas, transferencias directas a las familias más pobres, préstamos a empresas, exenciones de impuestos y subsidios al desempleo — esta, en particular, una estrategia que permitió que los empleados regresaran a trabajar con normalidad durante la reapertura, preservando la relación empresa-empleado.
“Vale la pena entender cuáles son las determinantes del crecimiento a largo plazo, que en este caso es la fuerza laboral”, dice Sánchez. “La gente incorporada en el mercado de trabajo y el capital acumulado, en conjunto, determinan la capacidad instalada de producción de un país y, por tanto, su crecimiento a largo plazo. Entonces, cuando hay alguna situación como la de la pandemia en que obligamos a la economía de detenerse para lograr el distanciamiento social y forzamos a que la gente se quedara en casa, eso trajo consigo mucha destrucción de capital”.
Entre las economías más grandes de América Latina, México es el país que menos medidas de gasto adicional como porcentaje del PIB destinó. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), México gastó 0,7% del PIB en medidas adicionales para contener el daño de la pandemia y se negó a hacer exenciones de impuestos. Mientras tanto, Chile destinó el 14%, Brasil 9,2%, Perú 7.8%, Colombia 4,7% Argentina 4,5%. Chile, por ejemplo, gastó muchos recursos en un seguro de desempleo y subsidió parcialmente la nómina para evitar que las empresas quebraran y los empleos no se perdieran. Brasil también aumentó el gasto público. El resultado es una recuperación más rápida.
Cautela ‘en demasía’
“México es afortunado de tener una economía tan grande a su lado y que Estados Unidos esté implementando un estímulo tan grande, y sí se beneficiará, pero México hubiera estado mejor si el Gobierno hubiera implementado un estímulo fiscal mayor”, opina Luciano Rostagno, estratega de mercados para América Latina de Banco Mizuho do Brasil. Autoridades estadounidenses recortaron esta semana su pronóstico de crecimiento para este año de 7% a 5,9%. “México ha sido cauteloso de su gasto demasía, y por esto la economía está sufriendo por la pandemia”.
Las consecuencias de esta decisión se plasman ya en los datos recientes, pero también se verán a futuro. “El país perdió crecimiento potencial”, agrega Rostagno, refiriéndose al estimado de lo que puede crecer una economía sin sufrir problemas de inflación, “y la razón es que no actuó para amortiguar el choque de la pandemia. Esto afectó el sentimiento de negocios, que las inversiones se pospusieran y la tasa de crecimiento potencial se perdió”.
Protestas e inflación
El programa de apoyos estatales en Colombia impulsaron la economía hasta que se topó con masivas protestas que se tornaron violentas y costaron decenas de vidas. Las disrupciones generadas, considerando que las protestas duraron meses, impactaron la economía del país, coinciden los expertos. Argentina, por su parte, experimenta una inflación por encima del 50% en los últimos 12 meses, lo cual ha limitado el crecimiento en ese país.null
“Argentina sigue teniendo los mismos problemas estructurales desde desde hace 3 años”, dice Coutino, “ha estado en recesión desde entonces y empezó un proceso de recuperación después de la pandemia, en el tercer trimestre del año pasado, pero fue más por un rebote aritmético que se presentó en prácticamente todas las economías del mundo”.
A futuro
Es evidente que hay un crecimiento positivo importante en América Latina en este año, dice Coutino. “Ahora, ¿hacia dónde se mueve? Nuestras proyecciones nos nos permiten anticipar que después del repunte económico del 2021, América Latina ya va en camino a una fase de expansión económica”. Chile, Brasil y Perú continuarán creciendo este año más allá de dónde estaba su nivel de PIB antes de la pandemia, mientras las demás economías, como México y Colombia, pudieran expandirse más allá de nivel pre pandemia en 2022.
Las expectativas de alta inflación en todo el mundo ha llevado a que algunos bancos centrales suban sus tasas de interés. “Esperamos que esto ofrezca soporte a las monedas de la región en el corto plazo”, asegura Rostagno, “sin embargo, en una perspectiva a más largo plazo, la política seguirá siendo un viento en contra”. La región se enfrenta a una ajetreada temporada electoral este y el próximo año y la pandemia ha aumentado el descontento con los gobiernos. “Esto aumenta el riesgo de políticas populistas”, opina Rostagno, “Argentina, Chile y Colombia son los próximos en enfrentar elecciones desafiantes por delante. En Brasil, faltan todavía un año para las elecciones generales, lo que da tiempo para mejorar” en términos de incertidumbre política.
Texto e imagen de El País.
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