Inmigrantes venezolanos viven con terror la situación sanitaria de Venezuela en cuanto a coronavirus, a muchos de ellos les preocupa el mal estado de los hospitales y los altos precios de tratamientos para los pacientes de diferentes patologías.
Rosario Quintero, quien radica en Panamá desde hace tres años, comentó: “Sufres el doble de desesperación porque no sabes cómo ayudar desde tan lejos. A veces mandar plata no lo es todo”.
La mujer de 26 años vive sola en el país centroamericano y aclaró que sus padres y abuelos siguen en Venezuela. “Mis papas ya son personas mayores que deben cuidarse. Me duele saber que están solos”.
Con respecto a si uno de sus familiares ha padecido del virus la mujer señaló que “un primo se contagió y unas cuentas semanas después falleció, necesitaba de muchos medicamentos que en el país no se encontraban. Fue muy difícil la situación sobre todo porque cuando estas lejos no tienes muchas opciones para ayudar”.
Lo que se pueda
Quintero trabaja como cocinera en un restaurant de comida venezolana y explica que debido a su profesión vive con “extremo cuidado”.
“Es complicado para mi entender que me estoy cuidando pero no sé ni puede hacer algo por la situación de mis papas. Las noticias solo explican lo grave que esta el virus en Venezuela”, acotó.
Por otro lado, German Araujo llevaba cinco años en Chile y destacó que “es frustrante no tener una noción clara de lo que está pasando allá. Es muy distinto verlo desde el exterior porque constantemente ves que todo empeora, pero no lo estás viviendo, solo escuchando y no sabes que tanto necesitan”.
Expresó que “varias personas de mi familia se contagiaron y me causó tanta preocupación el saber que no contaban con ayuda no solo económica pero en la materia de salud. Aun si yo enviara todo el dinero (remesas) que tengo no recibirían una buena asistencia medica, porque en Venezuela no la hay del todo. Siempre hay un problema”.
Por esa razón, indicó que “el simple de estar en buenas condiciones en otro país sabiendo que mi familia y mis amigos no corren la misma suerte es muy duro”.
Araujo fue trasladado a Chile como parte de su empresa de diseño de interiores, el joven de 38 años se dedica a la arquitectura.
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Imagen de 2001.
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