Los equipos de Acción contra el Hambre alertan de que las personas migrantes, refugiadas y desplazadas están más expuestos al coronavirus COVID-19. En esta línea, ha avisado «del riesgo exponencial para poblaciones concentradas en espacios reducidos, sin un hogar seguro en el que aislarse y con débiles sistemas de saneamiento para garantizar su higiene».
La ONG trabaja para hacer frente a este virus en algunos de los países que han decretado emergencia sanitaria, como Colombia, con más de 1,4 millones de migrantes provenientes de Venezuela; y Líbano, con 1,5 millones de sirios en su territorio.
«Aquí, en Líbano, la prioridad ahora es el agua. Estamos redoblando esfuerzos para aumentar cuanto antes el número de litros de agua que reciben por día los refugiados en los asentamientos informales: el agua es el primer elemento para promover una buena higiene», explica desde Beirut la directora de Acción contra el Hambre, Beatriz Navarro.
En este país, la comunidad humanitaria está coordinando esfuerzos para aumentar este suministro que se realiza con camiones cisterna desde el inicio del conflicto en Siria, en marzo de 2011. Allí, hay poblaciones concentradas en asentamientos informales, donde conviven muchas personas en poco espacio y a menudo con sistemas inmunológicos debilitados.
«En estos asentamientos, de tiendas de lonas, viven personas muy vulnerables, donde pueden juntarse 5 o más personas, y a escasos metros una tienda de la otra, lo que provocaría una mayor posibilidad de contagio del coronavirus», añade.
En Bekaa se encuentran la mayoría de los refugiados sirios, y las condiciones de higiene no son óptimas, según incide la ONG. En estos asentamientos son muchos los menores y ancianos que están ya tocados por infecciones respiratorias o neumonías, además de las enfermedades crónicas que ya padecen.
Así, Navarro advierte de que la preocupación no son solo las personas refugiadas, «a las que una propagación del virus podría estigmatizar aún más». «Nos preocupa, obviamente, la población libanesa, el impacto que esta crisis va a tener en las personas más vulnerables, después de los meses de incertidumbre en materia social, política y económica que está sufriendo el país», sostiene.
Por ello, Navarro insiste en que «tras ocho años siendo el país del mundo con mayor número de refugiados per cápita cualquier intervención de ayuda a refugiados deberá tener muy en cuenta también a la población local».
EL CONFINAMIENTO REDUCE LAS POSIBILIDADES DE AYUDA
Acción contra el Hambre apunta que las medidas de restricción de movimientos que empiezan a decretarse en numerosos países están empezando a convertirse en «retos para la provisión de ayuda». Desde Mindanao (Filipinas), los equipos de Acción contra el Hambre advierten de que la población más expuesta al virus «son los miles de desplazados que viven en campos provisionales, que dependen directamente de la ayuda humanitaria para sobrevivir y donde las actuales limitaciones de movimientos están dificultando esta entrega». Así lo explica el jefe de base en Iligan, Jasper Janderall.
En Colombia, los equipos de la organización avisan del «rápido impacto que el cierre de los comedores infantiles va a tener sobre los niños y niñas colombianos que dependían a diario de estos alimentos». Asimismo, alertan sobre los efectos del cierre de los comedores en zona fronteriza y, de manera especial, sobre los impactos en la seguridad alimentaria de miles de migrantes provenientes de Venezuela y, particularmente, en las personas más vulnerables (niños, niñas, mujeres embarazadas así como personas mayores) que dependían de esta red para alimentarse.
Ante este escenario, se están implementando medidas urgentes de entrega de alimentos e integración de estas personas a programas de transferencia monetaria y bonos de alimentos, según asegura la ONG.
Acción contra el Hambre sostiene además que las medidas de emergencia «impactarán fuertemente al sector servicios y en el empleo informal, que ocupa al 48% de la población trabajadora y cuya actividad asumen, generalmente, las personas más vulnerables».
«Tememos también una sobre carga en la capacidad de atención del sistema de salud especialmente en los departamentos fronterizos con Venezuela, donde numerosas personas migrantes viven en situación de calle», subraya el equipo de Acción contra el Hambre en Colombia. El cierre de la frontera con Venezuela hace previsible, además, un aumento del paso por trochas ilegales, sin control sanitario, tal y como destacan.
En este contexto, los equipos de Acción contra el Hambre están diseñando ya, en coordinación con las autoridades locales y la comunidad humanitaria, respuestas adaptadas a cada contexto. «Todo hace prever que habrá que trabajar en dos direcciones: contener la propagación del virus, por un lado, y apoyar a los más golpeados por las restricciones de movimientos y por las consecuencias económicas asociadas», señala el director general de Acción contra el Hambre, Olivier Longué.
Según remarca, «otro gran reto será conseguir que esta pandemia no eclipse totalmente la atención sobre otras crisis no tan cercanas para los europeos, pero no menos graves en términos de sufrimiento humano, como las de Yemen, Sahel o el Cuerno de África».
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