El Covid-19 impactará con mayor fuerza en las poblaciones vulnerables social y económicamente

El OCHA advierte el empeoramiento de las crisis humanitarias a nivel mundial

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(COVID-19), March 9, 2020. REUTERS/Edgard Garrido/File Photo

Más de 100 millones de personas en todo el mundo necesitan ayuda humanitaria para su supervivencia. Víctimas de guerras, violencia, desastres naturales o persecución política o de otro tipo, han tenido en muchos casos que dejarlo todo atrás en busca de su seguridad y ahora carecen de medios para su subsistencia. La pandemia del coronavirus podría complicar aún más sus vidas, cuando no hacer que su situación quede en el olvido.

La gran mayoría de los países del mundo han registrado ya casos de coronavirus. Algunos de ellos, como subraya el portavoz de la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA), Jens Laerke, «atraviesan ya una crisis humanitaria debido a conflictos, catástrofes naturales y por el cambio climático, y albergan a personas que ya necesitan nuestra ayuda de urgencia». «La prioridad de la OCHA es seguir dando ayuda vital a estas personas», asegura.

Para que esto sea posible, según el portavoz de la OCHA, es fundamental una mayor cooperación y coordinación entre las distintas agencias de la ONU y el resto de organizaciones humanitarias, más ahora que la enfermedad del Covid-19 generará nuevas necesidades y desafíos. Hay que coordinarse «para que dispongamos de los recursos que necesitan estas personas y para mantener las operaciones humanitarias sin dejar a nadie detrás», subraya Laerke.

Lo importante, insiste el portavoz de la OCHA, es que la nueva crisis por el coronavirus, no eclipse a las emergencias actuales. «Es importante que los recursos y las capacidades no sean desviadas de estas actividades que actualmente están salvando vidas», insiste.

Las necesidades humanitarias, y con ellas los fondos para intentar cubrirlas, han venido aumentando de forma considerable en los últimos años, sin que los llamamientos de financiación formulados por la ONU y las ONG se cubran en ningún caso en su totalidad y en muchos casos ni siquiera se llega a la mitad de la cantidad solicitada. Para este año, según los datos de la OCHA, se han solicitado 28.900 millones de dólares de los que a fecha de hoy solo se han recibido el 2,6 por ciento.

REFUGIADOS Y DESPLAZADOS

Entre quienes requieren asistencia humanitaria figuran los 70,8 millones de desplazados forzosos que hay en el mundo, según los últimos datos del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR). De ellos, 25,9 millones son refugiados y otros 41,3 millones son desplazados internos. La inmensa mayoría de estas personas se encuentran en países en vías de desarrollo, con servicios y recursos limitados.

Por ello, desde las ONG ya están advirtiendo de la importancia no solo de mantener la asistencia a esta población especialmente vulnerable, sino también de prevenir que el coronavirus llegue hasta ellos, ya que no están preparados para hacer frente a la pandemia.

«Millones de personas afectadas por el conflicto están viviendo en campos de refugiados y desplazados atestados con instalaciones de higiene y saneamiento muy escasas», incide el secretario general del Consejo Noruego para los Refugiados (NRC), Jan Egeland.

«Cuando el virus llegue a asentamientos atestados en lugares como Irán, Bangladesh, Afganistán y Grecia, las consecuencias serán devastadoras por eso debemos actuar ahora», subraya, advirtiendo igualmente de los estragos que el virus podría causar en países como Yemen, Siria o Venezuela, cuyos sistemas de salud están muy debilitados como consecuencia del conflicto que atraviesan los dos primeros y de la crisis político, económica y social en el tercero.

Pero además, el cierre de fronteras decretado por buena parte de los países también afectará a quienes tratan de escapar. Como resalta el jefe de ACNUR, Filippo Grandi, «las guerras y la persecución no cesan» y por tanto en la actualidad «hay personas que siguen huyendo de sus hogares en busca de un lugar seguro».

«Me preocupan cada vez más las medidas adoptadas por parte de algunos países que podrían bloquear por completo el derecho a solicitar asilo», reconoce, subrayando que «hoy más que nunca necesitan, como lo necesitamos todos y todas, solidaridad y compasión».

IMPACTO EN LOS MIGRANTES

Otro colectivo vulnerable, al que las organizaciones humanitarias también prestan especial ayuda, es el de los migrantes. Las caravanas de migrantes centroamericanos en su viaje hacia Estados Unidos, el éxodo de venezolanos hacia otros países de la región, la situación de los migrantes atrapados en las islas griegas en el Egeo o los migrantes explotados, torturados y atrapados en Libia son objeto de particular atención para la ONU y las ONG.

En este sentido, desde la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), advierten de que se debe permitir acceso al sistema de salud a los migrantes si se quiere contener realmente la propagación del coronavirus y de que estos no deben ser estigmatizados o vistos como el principal vector de la enfermedad.

Según lamenta el portavoz de la OIM, Joel Millman, es algo que ya se ha visto en el pasado con el sida o la tuberculosis. «Los países siempre asocian a los migrantes con un aumento de la tuberculosis, por ejemplo. Esto no solo demoniza a los migrantes, sino que pone en riesgo a sus ciudadanos. Los migrantes por miedo evitan ir al hospital, o si van no los atienden, y esto es malo para todos», previene.

CONSECUENCIAS DEL CIERRE DE ESCUELAS

Una de las principales medidas de prevención que se está adoptando a nivel mundial es el cierre de las escuelas y demás centros educativos. Según la Organización para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), alrededor de la mitad de los niños en edad escolar en todo el mundo no pueden ir a clase. Además del impacto que esto tiene en su aprendizaje, la agencia de la ONU alerta de otras consecuencias derivadas del cierre de las escuelas.

Los centros educativos suponen un entorno seguro para los niños, por lo que el cierre los deja expuestos a múltiples riesgos como pueden ser el trabajo infantil, la trata, el matrimonio infantil o el abandono escolar si la suspensión se prolonga en el tiempo.

Con el cierre de las escuelas se suspenden también las comidas escolares, un programa que en muchos países y para muchos de los niños supone la única garantía de una comida saludable una vez al día. Según la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO), solo en América Latina y el Caribe 85 millones de niños se benefician de los comedores escolares y para diez millones de ellos suponen su principal fuente de alimentación diaria.

Así pues, el cierre de los comedores escolares supondrá un desafío para garantizar la alimentación y el estado nutricional de muchos niños, especialmente de los grupos más vulnerables de la población. Por ello, desde la FAO apuestan porque los gobiernos apliquen medidas en favor de la población escolar cuyas familias tienen mayores dificultades para acceder a alimentos con el objetivo de suplir el aporte nutricional que garantizaban los comedores.

Desde el Programa Mundial de Alimentos (PMA), advierten del previsible impacto que el coronavirus tendrá en la seguridad alimentaria, habida cuenta del impacto que ya está teniendo en la economía. La propagación del coronavirus en los países más pobres seguramente tendrá un mayor impacto en sus economías, previene el economista jefe del PMA, Arif Husein.

«Países con altos niveles de inseguridad alimentaria generalmente son más vulnerables y están menos preparados para un brote epidémico y probablemente registrarán mayores tasas de mortalidad», subraya Husein, incidiendo en que «además la desnutrición aumenta la vulnerabilidad frente a la enfermedad».

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