Mientras se agudiza la crisis económica y social en Venezuela sin que el Gobierno dé muestras de rectificar las políticas que han tenido tal resultado, la dirigencia opositora permanece en una suerte de estancamiento. Solamente en el ámbito internacional ha tenido algunos avances notables desde el año pasado. Buena parte de las democracias americanas y europeas se ha sumado al coro de voces que exige cambios políticos profundos en Venezuela, así como la aceptación de ayuda humanitaria.
El chavismo nunca tuvo un panorama extranjero tan complicado como el actual, en medio de sanciones contra sus líderes por decenas de Estados soberanos, y también contra sus maniobras para obtener financiamiento en divisas. Sin embargo, la elite gobernante sigue haciendo esfuerzos por revertir tal situación. Y algunos cambios de gobierno recientes y por venir podrían resultarle en tal sentido muy convenientes.
El caso más evidente es México, que desde diciembre tendrá un ejecutivo presidido por el izquierdista Andrés Manuel López Obrador. Asesores de este en materia internacional han adelantado que el próximo gobierno mexicano mantendrá una política de neutralidad con respecto a las crisis en Venezuela y Nicaragua. Para el chavismo el silencio puede ser tan beneficioso como una alianza explícita.
Es probable que el Grupo de Lima, creado para coordinar acciones entre gobiernos americanos con miras a la restauración de la democracia en Venezuela, pierda uno de sus miembros más influyentes geopolítica y diplomáticamente. Cabe recordar que, en el marco de tales medidas, los integrantes del grupo han comenzado a evaluar procesos conjuntos para evitar que sus sistemas financieros se presten para supuestas prácticas corruptas vinculadas con Caracas. México ha sido de los que más han adelantado este tipo de esfuerzos.
Al otro lado del Atlántico, la caída del gobierno de Mariano Rajoy en España también fue celebrada por el chavismo. Aquel había sido uno de los principales impulsores de sanciones contra funcionarios venezolanos por la Unión Europea. Ahora el Palacio de la Moncloa está en manos del socialista Pedro Sánchez, quien estaría interesado en una aproximación más suave hacia Miraflores. Ello se colige de las declaraciones del nuevo ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borell, luego de un encuentro con el canciller Jorge Arreaza.
Borell expresó que España «no va a abanderar la línea dura de las sanciones cada vez que haya un problema en Latinoamérica». Además dijo que su país buscará contribuir activamente a que se generen las condiciones para una salida democrática, pacífica y negociada a la crisis en Venezuela.
Sin embargo, así como a la elite gobernante venezolana le han surgido estos motivos de respiro, pronto tendrá otro desafío duro: falta poco para que Iván Duque, nuevo rostro del uribismo, ascienda como Presidente de Colombia. Duque se ha comprometido a mantener los mecanismos de presión contra el gobierno de Nicolás Maduro e incluso ha manifestado en varias ocasiones su intención de denunciarlo ante la Corte Penal Internacional.
En América Latina para este año solo queda una elección presidencial pendiente, y es una de enorme relevancia. Se trata de Brasil, por mucho la mayor economía regional. Desde la destitución de Dilma Rousseff, el gobierno del vecino del sur ha mantenido una postura crítica hacia la situación venezolana. Por ello, el chavismo ha cruzado los dedos para que su aliado Luiz Inácio Lula da Silva vuelva al poder. La popularidad del exmandatario fue en ese sentido un gran aliento… Hasta que Lula fue puesto tras las rejas por supuesta corrupción. Recientemente hubo un intento judicial de ponerlo en libertad. No tuvo éxito, pero esa batalla podría no haber terminado.
Sin Lula en la pista de carreras comicial, el gobierno de Maduro tiene pocas esperanzas en Brasil. Según todos los estudios de opinión, en el Partido de los Trabajadores no hay nadie que siquiera se acerque a la popularidad de su líder histórico. De hecho, quien encabeza las encuestas es el diputado Jair Bolsonaro, un capitán retirado del Ejército con posiciones ruidosamente dererchistas y ultraconservadoras.