Luego de admitir a finales del año pasado que Pdvsa se había visto severamente afectada por una administración ineficiente y corrupta, el Gobierno nacional procedió a asegurar que con las nuevas autoridades la principal industria del país empezará a recuperarse poco a poco. Sin embargo, hay razones para tener inquietudes por el futuro de la mayor fuente de ingresos en divisas para la República, y no necesariamente tienen que ver con un embargo hipotético por parte de Estados Unidos.
Todo 2017 fue de caídas en la producción de crudo criollo, incluso después de que la nueva gerencia tomara las riendas. Mientras que en diciembre de 2016 hubo un bombeo promedio de 2.270.000 barriles diarios (b/d), para el mismo mes del año pasado el indicador cayó a 1.621.000, de acuerdo con las cifras reportadas por Pdvsa a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Es decir, hubo una diferencia de 40,03%. Estos son los niveles más bajos al menos desde los años 80, cuando la estatal contaba con una nómina mucho más pequeña.
El pronóstico para lo que viene no es alentador. La firma Torino Capital prevé que para diciembre de 2018 la producción habrá caído a 1.490.000 b/d. De forma sorprendente, Pdvsa informó a la OPEP que elevó su desempeño a 1.769.000 b/d en enero. Pero fuentes secundarias del cartel reportaron que en realidad la producción cayó a 1.600.000 b/d. ¿Quién dice la verdad? Expertos como Francisco Monaldi, profesor en Rice University, expresaron en su momento que los datos de Pdvsa desafían la credibilidad. En cambio, la Torino indica que pudieran tener algún fundamento. «El número de taladros activos mantuvo parte de la recuperación de diciembre, cuando pasó de 40 a 50. En enero, el conteo cerró en 48. Mientras tanto, la data (sic) de Bloomberg de carga de tanqueros mostró un incremento de 157.000 b/d, para cerrar en 1,29 millones b/d», se lee en un informe reciente de la consultora.
Torino admite que hay preocupación sobre la fiabilidad de los datos, pero sostiene que en su lectura preliminar no halló evidencia de que la caída precipitada en el bombeo observada en el cuarto trimestre de 2017 seguirá inalterada. Más bien, se moderaría.
Problema se nota afuera
El declive en el bombeo de Pdvsa no ha pasado inadvertido entre los clientes de Venezuela, lo cual los ha obligado a buscar nuevos mercados. Según el diario Confidencial de Nicaragua, Caracas dejó de ser el principal proveedor de la nación centroamericana, beneficiaria del proyecto Petrocaribe, tan temprano como en marzo de 2015. Para julio del año pasado, tal papel lo había asumido ni más ni menos que Estados Unidos, país al que los regímenes aliados de Venezuela y Nicaragua coinciden en acusar de «intervención imperialista».
Cuba ha sido históricamente la mayor beneficiada por Petrocaribe, pero tampoco ha estado exenta de las consecuencias del desplome en Pdvsa. A finales del mes pasado, la agencia Reuters reportó que la isla firmó un acuerdo con Argelia para importar combustible durante los próximos tres años, y así compensar la fuerte caída en los envíos de petróleo venezolano.
Agrega la agencia de prensa que la caída en las importaciones de petróleo subsidiado desde Venezuela llevó el año pasado a Cuba a reanudar las compras de grandes cantidades de crudo desde Rusia y a adquirir 2,1 millones de barriles de hidrocarburos desde Argelia. Un funcionario de la empresa estatal argelina Sonatrach dijo a Reuters anteriormente que su país enviaría la misma cantidad en 2018.
Ante tal escenario, no resulta descabellado suponer que varios aliados geopolíticos del chavismo que han sacado provecho a Petrocaribe opten por hacer caso a otras ofertas, con las consecuencias diplomáticas esperables. La semana pasada se conoció que el canciller mexicano, Luis Videgaray, emprendería un viaje en marzo por varias islas del Caribe, en un intento por persuadirlas de que, ante la crisis venezolana, habrá otras ayudas disponibles. Tal como demostró el caso nicaragüense, la necesidades energéticas a veces pueden más que la solidaridad ideológica o geopolítica.