Su idea era llamarlo Puertopia. Pero después alguien les dijo, al parecer con mucha seriedad, que en latín eso significa: “El patio de juegos del niño eterno”. Entonces van a cambiarle el nombre: se llamará Sol.
Decenas de empresarios enriquecidos repentinamente por las cadenas de bloques y las criptomonedas se han movido en masa a Puerto Rico desde el invierno, según reseña The New York Times. Están vendiendo sus casas en California y estableciendo su residencia en la isla caribeña con la esperanza de evitar lo que perciben como onerosos impuestos estatales y federales a sus crecientes fortunas, algunas de las cuales alcanzan los miles de millones de dólares.
Estos hombres —son casi exclusivamente hombres— tienen un plan para esa riqueza: quieren construir una criptoutopía, una nueva ciudad donde el dinero sea virtual y todos los contratos sean abiertos, para mostrarle al mundo cómo se vería un criptofuturo. Las cadenas de bloques —un registro virtual contable que es la base de las monedas virtuales—
Los empresarios estuvieron en busca de la mejor ubicación para hacerlo durante más de un año. Después de que el huracán María diezmara la infraestructura de Puerto Rico en septiembre, y de que el precio de las criptomonedas se disparase, vieron una oportunidad y tuvieron una sensación de urgencia.
Así que esta criptocomunidad llegó en masa para crear su paraíso. Ahora los inversionistas pasan los días cazando propiedades donde puedan tener sus propios aeropuertos y muelles. Se están apropiando de hoteles y de un museo en la parte histórica de la capital, el Viejo San Juan. Dicen que están cerca de conseguir que el gobierno local les permita tener el primer banco de criptomonedas.
“Lo que sucedió aquí es una tormenta perfecta”, dijo Halsey Minor, fundador del sitio de noticias CNET, que está mudando su nueva empresa de cadenas de bloques —llamada Videocoin— de las islas Caimán a Puerto Rico. Y, refiriéndose tanto al huracán María como al interés subsecuente de los inversionistas, añadió: “Aun cuando fue muy malo para el pueblo puertorriqueño, a la larga es un regalo del cielo si la gente ve más allá de eso”.
Puerto Rico ofrece un incentivo fiscal inigualable: no hay impuestos federales por ingresos personales, no hay impuestos sobre las ganancias de capital y hay gravámenes favorecedores para los negocios, todo sin tener que renunciar a la ciudadanía estadounidense. Por ahora, el gobierno local parece haber recibido con agrado a los criptoutópicos; el gobernador Ricardo Rosselló tiene previsto hablar en la cumbre sobre cadenas de bloques llamada Puerto Crypto, programada para marzo.
Los recién llegados aún debaten la forma exacta que debería tener Puertopia. Algunos piensan que deberían construir una ciudad y otros que basta con mudarse al Viejo San Juan. Los puertopianos dicen que, de cualquier manera, esperan movilizarse con gran rapidez.
“Nunca has visto a ninguna industria ser el catalizador de un lugar como lo que se verá aquí”, dijo Minor.
El Monasterio
Hasta que encuentren su territorio, los puertopianos están en el Monastery Art Suites, un hotel de 1860 metros cuadrados que rentaron como base.
Una noche hace poco, Matt Clemenson y Stephen Morris tomaban cerveza en la azotea del hotel. Clemenson tenía una apariencia relajada y usaba lentes oscuros estilo aviador de dos colores; Morris, un británico parlanchín, usaba bermudas y botas tipo militar y traía colgado un teléfono inteligente de un collar. Querían dejar dos cosas en claro: escogieron Puerto Rico por el huracán y habían llegado en son de paz.
“Es solo cuando todo ha sido arrasado que se puede argumentar a favor de reconstruir por completo”, dijo Morris, de 53 años.
Clemenson, de 34, cofundador de Lottery.com, que usa cadenas de bloques para las loterías, dijo: “Somos capitalistas benevolentes que construyen una economía benevolente. Puerto Rico es una joya escondida; esta isla encantada ha sido desdeñada y maltratada de manera continua. Quizá 500 años después podamos hacerlo bien”.
Otros puertopianos llegaron a la azotea en manada, de regreso de una gira de todo el día en autobús para buscar propiedades. Entre ellos estaba Brock Pierce, de 37 años, líder del movimiento de Puertopia, y quien vestía pantalones capri, un chaleco negro que le llegaba casi a las rodillas y un sombrero grande de fieltro negro. Él y otros llegaron a la isla a principios de diciembre.
“Compasión, respeto, transparencia financiera”, dijo Pierce cuando se le preguntó qué los había llevado hasta ahí.
Pierce, director de la Bitcoin Foundation, es una figura destacada en el auge de las criptomonedas. Cofundó una empresa emergente enfocada en cadenas de bloques para negocios, Block.One, que ha vendido cerca de 200 millones de dólares de una moneda virtual a medida, EOS, en una oferta inicial de moneda (IOC, por su sigla en inglés). El valor de todos los EOS en circulación es de cerca de 6500 millones de dólares.
Brock Pierce, quien fue actor infantil, se adentró en el mundo del dinero digital en sus inicios, cuando era jugador profesional de videojuegos, con la minería y comercio de oro en World of Warcraft. Es una figura controvertida: ya lo han demandado por fraude.
En una sala del Monastery donde estaban reunidos algunos de los inversores, Pierce caminaba con las manos cerradas en puño. Tendía a enseñarle al grupo varias veces al día un video en su teléfono: El gran dictador de Charlie Chaplin, hecha en 1940, donde el comediante parodia a Hitler arengando a sus fuerzas. Pierre dice que lo inspiran frases de la película como esta: “Más que maquinaria, necesitamos humanidad”.
“Me preocupa que la gente malinterprete nuestras acciones”, dijo Pierce. “Que solo venimos a Puerto Rico para evadir impuestos”.
Dijo que su objetivo es crear una ficha de criptomoneda pensada para fines caritativos que planea llamar ONE, a partir de 1000 millones de dólares de su propia bolsa. “Si quitas las letras MY”, o mío, de la palabra en inglés money, “lo que queda es ONE”, dijo Pierce.
Kai Nygard, heredero de la empresa de ropa canadiense Nygard e inversionista de criptomonedas, dijo: “Está sintonizado a un propósito más elevado. Está más allá del dinero”.
A la vuelta de una cena, el grupo caminó cerca de un edificio en la zona vieja de San Juan que es el punto de inicio para sus sueños de reconstrucción. Alguna vez fue el museo del niño pero ellos planean volverlo una casa-club de cripto y un centro que tenga la misión de “acercar a los puertorriqueños con los puertopianos”.
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