Manuel Vargas lleva más de 20 años trabajando como mesonero en un local de comida en la avenida Casanova de Sabana Grande y relata que hace un año cada vez nota como las propinas se han vuelto bastante escasas.
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«En otra época yo podía tener un buen dinerito al final de la semana solo con las propinas pero ahora la realidad es diferente. La gente no tiene efectivo y en caso de tenerlo no lo quiere soltar tan fácil. Las propinas literalmente se nos van de las manos», indicó.
Lo que cuenta Manuel no es nada nuevo; desde hace aproximadamente un año el país ha agudizado la demanda de efectivo como una consecuencia directa de la inflación.
Para el diputado José Guerra la constante escasez de efectivo en Venezuela se debe a «torpes políticas económicas» impulsadas por el gobierno de Nicolás Maduro, que en julio tuvo un aumento en la inflación de 249%, «la más alta del mundo», aclara el también economista.
Además de acuerdo con el Índice Nacional de Precios al Consumidor, medido por la Asamblea Nacional, en agosto la inflación alcanzó una cifra nunca antes vista en la historia venezolana, se ubicó en 33,7%.
Por su parte el también diputado Ángel Alvarado, informó que la inflación de septiembre alcanzó 36,3 % y la acumulada de 2017 llegó a 536,2 %.
Solo la cifra de agosto también supera por mucho la inflación anual que registra cualquier país cercano si tomamos como referencia que en 2016, la inflación en Colombia fue de 5,75%, mientras que la de Brasil fue de 6,29%.
Ante este panorama Vargas asegura que hace algunos meses sus propinas superaban el salario mínimo. «Yo en una semana me podía ganar más de un mes de mi salario mensual pero ahora a duras penas puedo llegar a los 20 mil o 30 mil bolívares. Yo diría que no llego ni a la mitad de lo que recibía».
Realidad no muy diferente para los «cuida carros»
Ramón Pérez lleva 5 años cuidando carros en la calle y a diferencia de Vargas no tiene un salario fijo por lo que solo puede sobrevivir con sus propinas.
«Los días se me hacen cada vez más largos porque a veces la gente me dice con mucho pesar que no tiene efectivo o en ocasiones solo me dejan 100 bolívares. No es que no sea agradecido pero eso no es nada. Ya un estacionamiento cobra 2 mil bolívares o más y yo me tengo que conformar con tan poco».
Explica que solo los días de quincena es que «puede medio ver la luz». «Si el día es muy bueno me puedo llevar 30 mil diarios. Que ahora no puede significar mucho pero para llevar la comida a la mesa diariamente sirve de algo».
Tanto Pérez como Vargas dicen que intentan siempre tratar bien a sus clientes porque nunca se sabe cuando vendrá una propina buena. «El otro día una señora me dejó 200 bolívares y como se le había terminado el efectivo me dio unos caramelos así que fue una propina dulce», relató Pérez.
«Al mal tiempo buena cara de repente un día de estos vuelve el efectivo, las cosas se solucionan y puede que volvamos a ver buenas propinas», añade Vargas.
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