Caracas.- La escasez de harina de trigo, y las fallas en la importación y distribución de materia prima en el país, impiden que los dueños de las panaderías puedan producir el pan salado que demandan los residentes de la Gran Caracas y del resto del país, afirma Leonel Sousa, propietario de uno de estos establecimientos en el este de Caracas.
Mientras miles de personas protestan en contra del Gobierno del presidente Nicolás Maduro, gran cantidad de ciudadanos hacen colas kilométricas para tratar de comprar pan camilla a precio regulado.
«Hay panaderías que solo pueden hacer pan salado tres veces a la semana en el este de Caracas. Otras solo producen pan una vez al día, y las que reciben mayor cantidad de harina de trigo venden el producto dos veces al día», contó Sousa.
En el Centro de Caracas las colas se forman desde las 7 a.m., cuatro horas después comienza la venta del pan salado. A las 11 a.m. las filas de compradores abarcan hasta tres cuadras. A muchos les reparten números para evitar inconvenientes, pues la mayoría de estos comercios están controlados por colectivos y por exfuncionarios policiales.
«Solo me venden tres canillas por Bs 1.000», informó Juan Lamas, residente de la parroquia San José, quien recorre hasta seis panaderías al día para conseguir el producto.
José Cáceres, propietario de una panadería en el Centro de la Ciudad, contó que a esta zona llega más harina de trigo porque al Gobierno le conviene cubrir un poco más la demanda de pan. Sin embargo, las ventas del producto no alcanzan para el gran número de personas en las colas.
En expendios de Plaza Venezuela, La Trinidad, La Florida y avenida San Martín los compradores coinciden en que cada vez hay menos alimentos. «Los precios no regulados del pan oscilan entre Bs 4 mil y Bs 16 mil», indicaron.
Señalaron que la compra de pan no regulado solo les alcanza para una cena . «Al día siguiente comienza un nuevo recorrido para intentar comprar más pan. Muchas veces no lo logramos y dejamos de comer para que nuestros hijos al menos se alimenten con lo que queda en la nevera», señalo Marcos Pulido, comprador.
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