Hasta Bs. 192.000 al mes puede costar mantener una empleada doméstica a destajo

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“Aunque quisiera me es imposible. El sueldo no alcanza. Tener a alguien que ayude en la casa es hoy un lujo”, afirma Carolina Valera, una de las tantas amas de casa que han tenido que olvidarse de contratar a una asistente doméstica por día, un servicio que se había convertido en  imprescindible para mujeres que como ella debe conjugar las tareas del hogar con el trabajo.

Como empleada pública, Valera ha visto cómo su sueldo se ha depauperado y ha tenido que desprenderse de muchas cosas, entre ellas de la ayuda que le prestaba María, quien una vez a la semana hacía las labores indispensables: limpiar pisos, baños y cocina.

Cobrando honorarios que parten de los 4.000 bolívares más las comidas correspondientes (a veces desayuno y almuerzo), las señoras de limpieza se han convertido en una especie extinción en los hogares venezolanos, que aquejados por la peor crisis económica que ha atravesado el país en el último siglo se han visto obligados a utilizar sus servicios.

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En monto cobrado depende de las actividades que se deben ejecutar y el tamaño de la casa. “Si es un apartamento pequeño cobraba entre 4.500 y 5.000. Si la casa es más grande solía cobrar Bs. 6.500, y si tenía que cuidar niños o hacer comida la tarifa es 7.000”, dice Rosa Pérez, empleada a destajo.

Pero a partir de la próxima semana ajustará montos, y aunque tiene claro que si sube mucho no conseguirá chances, dice que es más que necesario. “Todo empezó a subir desde que aumentaron el salario”, señala, agregando que lo que cobra no le está alcanzado pues solo en transporte debe cancelar 600 bolívares o más al día, y ello gracias a que utiliza el metro.

Nelly Vargas, por su parte, mantiene su tarifa por debajo de los Bs. 5.000 más la comida, lo que garantiza tener cubiertos todos sus días de la semana con las mismas familias que desde hace más de 30 años atiende. “Pero cada vez me alcanza menos”, dice.

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Sin embargo, que tenga copada toda la semana puede cambiar pronto. Josefina Rodríguez, una de sus contratantes, dice que no podrá mantener el ritmo semanal de visitas. Hasta ahora va tres veces, pero afirma que tendrá que reducir la frecuencia para poder compensar el necesario aumento de la paga diaria.

“Será muy pesado porque me ayuda con los niños (dos nietos de 4 y 2 años que cuida en las tardes), pero no podré pagarle mucho más de lo que le pago hasta ahora porque todo se va en comida”, afirma.

Razones para decirlo no le faltan. La inflación en alimentos ha golpeado fuertemente el bolsillo de los venezolanos tras reportarse un salto de 16% solo en marzo y de 441% en el último año, de acuerdo con el reporte más reciente del Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM).

La zona influye

La zona en la cual se mueven las empleadas domésticas también influye en el monto a cobrar. En el centro de Caracas, Roberto cancela Bs. 4.500 a quien ayuda en su casa por días, cantidad similar al promedio que cobra una ayudante del hogar en San Diego, municipio contiguo a Valencia, que se estima habitado en su mayoría por familias de clase media.

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Sin embargo, en Los Palos Grandes, Caracas, Eyanir Chinea cancela Bs. 10.000 a su empleada eventual, quien debe proveerse su comida o cocinar de lo que hay en la despensa.

Esa misma cantidad cancelan los Ramírez a las empleadas que por día llegan a casa para labores de limpieza (tres veces a la semana) o de planchado (un día cada semana), a quienes también ofrecen la alimentación. “Aunque con el aumento seguro que tendremos que subirle, quizás a 12 mil o más”, dice Juan, el patrono.

De allí que esta familia deberá invertir cada mes unos 192.000 bolívares solo en sueldo de ayudantes por día, a lo que se añade los bonos que ofrecen si el servicio se presta en fin de semana o feriado, además del aguinaldo y otros aportes eventuales.

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No puedo más

Con el temor de perder a la empelada que por más de 20 años le ha ayudado, Miriam Castro informó a Luisa que no podría darle el nuevo aumento decretado por Nicolás Maduro, para que ella tomara la decisión de irse o quedarse.

“Le dije y aceptó quedarse. Le prometí subirle lo que pudiera, pero 60% me es imposible porque a mí no me aumentarán eso”, señala Castro. En su casa, Luisa –que gana actualmente Bs. 40.000 al mes– no solo tiene techo, cama y comida sino todos los insumos necesarios para su diario vivir, además de recibir a final de año la compensación económica que le corresponde por Ley: un mes de aguinaldo y 15 días de vacaciones más un día adicional por cada año de servicio.

Mejor suerte tiene la empleada de Rodrigo Álvarez. “Hasta este mes le pagábamos Bs. 65.000, ahora le subiré a Bs. 80.000 y creo que aun es poco”, dice al referirse a quien desde hace dos décadas ayuda en la labores de casa. La confianza se paga.

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Como abogados, los Álvarez también cancelan a su trabajadora todos los estimados de ley, e incluso le ofrecen la oportunidad de matar sus “tigritos” cuando surge alguna oportunidad. Y claro, no cancelan cesta ticket porque la ayudante come en casa.

Carmen Barrios, por su parte, no tuvo más remedio que despedir a su empleada. “Y ahora no sé cómo voy a hacer para la labores porque esta casa es grande y no puedo con ella, pero tampoco podía mantener a una empelada. Me las tendré que arreglar sola”, dice, exponiendo el drama que para una y otra representa prescindir de este servicio: la una porque se queda sin trabajo, la otra sin el necesario apoyo. La inflación golpea a todos por igual.

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