La iniciativa gubernamental no pasa de ser una entelequia. A casi un año de la promulgación de un convenio que les permitiría captar parte de las divisas generados por servicios a extranjeros, los operadores turísticos venezolanos siguen sin poder realizar ni una sola operación en dólares, con lo cual el supuesto incentivo para el despegue de la actividad turísticas nacional sigue siendo una mera intención.
“No tenemos posibilidad de aplicar el convenio porque no existe la plataforma digital para respaldar las transacciones”, afirma Igor Viloria, presidente de la Cámara de Turismo del estado Nueva Esparta (Ctne), añadiendo que el reciente anuncio de una modificación del estatuto para ampliar los “beneficios” a los operadores, no ha tenido efecto alguno.
En abril de 2016, el Banco Central de Venezuela promulgó el Convenio Cambiario # 36, que estable las reglas para el manejo de las transacciones en dólares (solo en dólares)para el pago de servicios turísticos. Establece, entre otras cosas, que los hoteles, transportes aéreo y terrestre podrán retener 40% de las divisas transadas, teniendo la obligación de vender el resto al BCV a la tasa libre del día con un descuento de 0,25%. Las agencias de viaje podrán retener solo el 10%.
En noviembre pasado se modificó el porcentaje que podrá quedarse los prestadores de servicios, elevándolo a 60%.
Pero ni un centavo ha podido ser captado por los dispensadores de servicios. “Nos pidieron inscribirnos en el proceso para la puesta en marcha del convenio, pero hasta ahora no ha funcionado”, añade Viloria.
¿La razón? Ninguno de los operadores está preparado. Aunque muchos de ellos se inscribieron en el registro del BCV y estableció acuerdos con los bancos, la plataforma que debió poner en marcha el ente emisor sigue sin materializarse.
“Es un proceso burocrático y con poco criterio. De abril a septiembre del año pasado solo se habían entregado algunas constancias de prestadores de servicios para poder establecer los acuerdos con los bancos. Muchos los han establecido pero no hay manera de aplicarlo”, dice una fuente del sector que prefiere el anonimato.
Además de que no existe la conexión entre los bancos y el BCV, en el mercado no hay puntos de venta en dólares.
Recordó además que existe una traba funcional: no hay puntos de venta que puedan cobrar en dólares. “Hay muchos establecimientos que tiene la mejor disposición pero no pueden hacerlo porque no tienen forma cómo cobrar”, dice la fuente, quien recuerda que en lugares apartados (llano adentro, por ejemplo) hay total desconocimiento sobre el proceso.
Por fuera
Otro aspecto que suena contradictorio es que el convenio no solo prohíbe la aceptación de dólares en efectivo, sino que imposibilita recibir bolívares del turista a los operadores que operan en el sistema.
“Si el turista no tiene una tarjeta de crédito o débito no puede pagar ningún servicio. Eso desincentiva a cualquier viajero a venir a Venezuela, y en especial a los jóvenes (mochileros)”, dice José Yapur, presidente del Consejo Superior de Turismo (Conseturismo).
La opinión de Yapur es compartida por Igor Viloria, quien recuerda que una vez que el sistema esté operativo el operador no podrá cobrar al turista en bolívares, lo que limitará los pagos por pequeños montos.
No menos importante es el asunto de diferencia cambiaria. Tomando en cuenta que el operador debe aplicar la tasa libre (Simadi) del día para el cobro, para un turista resulta mucho más costoso cancelar bajo esa premisa que ir al mercado y cambiar sus divisas.
La matemática es sencilla: por una noche de habitación de Bs. 100.000, a la tasa Simadi actual (Bs. 697) el turista deberá cancelar 143 dólares, monto que cambiado en el mercado paralelo (sobre Bs. 4.200) le reporta más de 600.000 bolívares, cantidad suficiente para pagar seis noches de hospedaje. A todas luces, el mecanismo no es atractivo.
En definitiva, de poco han servido los bombos y platillos con los cuales la ministra de Turismo, Marleny Contreras de Cabello, anunció el cambio de la normativa y el aumento del porcentaje que pueden quedarse los operadores de unos dólares que siguen sin poder cobrar.