Tras un 2018 con altas volatilidades en el mercado cambiario y una depreciación de la moneda local a grandes velocidades, el Banco Central de Venezuela tomó la decisión el pasado 11 de febrero de aplicar una restricción de liquidez a la banca, como política monetaria restrictiva para limitar la asignación de créditos. Desde entonces, se estableció un encaje de 100% para el marginal y 57% en el caso del ordinario.
Días posteriores se observó una desaceleración en la apreciación del tipo de cambio y poca asignación de créditos, por la falta de liquidez disponible. En la calle, inició progresivamente la implementación de transacciones en divisas, ya que la falta de bolívares disponibles se hacía notar.
Sin embargo, esta política fue aplicada con niveles hiperinflacionarios, por lo que al frenar la velocidad de crecimiento del mercado cambiario, hizo que se incrementaran los costos de los bienes y servicios aún en divisas, creando un descontento entre productores y consumidores.
Es aquí donde recae el término de política de paño caliente, la implementación del encaje no es más que una medida que se limita a combatir los problemas en el mercado de divisas, dejando a un lado las repercusiones económicas y productivas que pueden generar la eliminación del crédito y la estrangulación del sistema bancario, encargado de proveer por encima del 50% de los financiamientos en cualquier economía desarrollada.
Es por ello, que en el largo plazo esta medida debe ser sustituida o eliminada, ya que para recuperar la productividad y salir de la recesión actual, es necesario incentivar a la inversión, y de esta forma, se reactivaría la industria nacional.
Si esto llegase a suceder el efecto sería la sustitución de bienes importados por productos locales, ya que el nivel de precios desviaría la balanza hacia el producto nacional. Asimismo, aumentarían las exportaciones y disminuirían las importaciones, una nueva forma de apoyar un incremento del PIB.
Muchos pensarán que la situación empeoraría, esto sería así siempre y cuando no se trabaje de la mano de la empresa privada y no se incentive a la inversión, si esto no sucede es probable que veamos niveles inflacionarios aún mayores, un tipo de cambio por encima de su nivel de equilibrio, y de haber regulaciones, viviéramos nuevamente escasez en algunos productos básicos (situación similar al 2017).
Muchos pensarán que la crisis venezolana no tiene salida económicamente viable, esto dependerá de las políticas que aplique tanto el ejecutivo nacional, como el Banco Central. Una disminución del gasto público es de vital importancia, de lo contrario, difícilmente iniciaremos la ruta al desarrollo.
Con información de Analítica.
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